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TECNOESCENA

CON EL CORAZÓN EN LA MANO

Por FRANCESCO ROSSINI Fotos ERNESTO CRUZ HERNÁNDEZ

Cuando se escriba la historia de los que no se doblegaron ante la parálisis provocada por la pandemia de la Covid-19, habrá que mencionar a TECNOESCENA y a sus verdaderos gestores culturales que se lanzaron a explorar nuevos caminos productivos, con tal de que su empresa no quebrara ante la paralización de los teatros y los espectáculos escénicos en todo el mundo.

Una entidad cuya misión y experiencia había sido producir y comercializar bienes, así como brindar servicios a la industria artística y los espectáculos; además de promover la mejor tecnología de la escena, tuvo que replantearse a pasos acelerados qué hacer, o enfrentar por primera vez los números rojos de la irrentabilidad y el impertinente tema de la interrupción o la reubicación laboral. Aquí se cuenta la historia en varias voces, junto a la de su director quien -aún incluso enfermo en esas fechas y hasta intervenido quirúrgicamente-, se mantuvo dando ánimo a sus directivos y reservas, buscando hasta el último minuto todas las alternativas posibles…

Porque entonces, como en las mejores guiones de historias no caribeñas, los directivos y los técnicos más capaces se lanzaron a los talleres de confección de telones y vestuario de espectáculos a elaborar cientos de mascarillas, llamadas en Cuba “nasobucos”, para los estudiantes de las escuelas de arte y los trabajadores de las instituciones culturales que no podían paralizarse, así como más de mil 500 kit sanitarios para los galenos y enfermeros de los hospitales de la Isla, -un módulo de cinco piezas con gorro, chaqueta, pantalón, y forros de zapatos- que fueron útiles a las brigadas médicas que partieron a otras tierras del planeta a brindar solidaridad y servicios sanitarios en condiciones de campaña muy complejas, y que disímiles gobiernos han agradecido de la manera más profunda.

Porque entonces, como en las mejores guiones de historias no caribeñas, los directivos y los técnicos más capaces se lanzaron a los talleres de confección de telones y vestuario de espectáculos a elaborar cientos de mascarillas, llamadas en Cuba “nasobucos”, para los estudiantes de las escuelas de arte y los trabajadores de las instituciones culturales que no podían paralizarse, así como más de mil 500 kit sanitarios para los galenos y enfermeros de los hospitales de la Isla, -un módulo de cinco piezas con gorro, chaqueta, pantalón, y forros de zapatos- que fueron útiles a las brigadas médicas que partieron a otras tierras del planeta a brindar solidaridad y servicios sanitarios en condiciones de campaña muy complejas, y que disímiles gobiernos han agradecido de la manera más profunda.

Muy lejos parecía el 2020, que había iniciado para ellos con la gran noticia de haber logrado la reapertura del legendario Teatro Sauto en la ciudad de Matanzas, siempre conocida como La Atenas de Cuba: allí habían reparado toda la mecánica escénica de la emblemática institución, además de su hermoso lunetario; montar sus nuevas alfombras y telones; concebir su nuevo sistema de audio y luces. Y tan retador fue el trabajo en lo que para muchos es la joya de nuestra corona teatral -y los encomiables resultados obtenidos-, que para TECNOESCENA también es un orgullo el Premio Nacional de Restauración que entregó a ese coliseo un riguroso jurado nada complaciente del Consejo Nacional de Patrimonio Cultural.

aquí se habla de la necesidad de reinventarse

ESPAÑA

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2021-04-28T07:00:00.0000000Z

2021-04-28T07:00:00.0000000Z

https://revistasexcelencias.pressreader.com/article/282840783905115

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