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NOMBRES DE AQUÍ Y DE ALLÁ

LA DIVERSIDAD DE TÉRMINOS QUE DENOMINAN A UN MISMO ALIMENTO O ELEMENTO AFÍN FORMA PARTE DE ESA MULTIPLICIDAD DE SENSACIONES GUSTATIVAS, LEGÍTIMAS PORTADORAS DE AUTENTICIDADES CULTURALES Y ENRIQUECEDORAS DE LA IDENTIDAD IBEROAMERICANA

POR: JORGE MÉNDEZ RODRÍGUEZ – ARENCIBIA. PRESIDENTE EJECUTIVO. CÁTEDRA CUBANA DE GASTRONOMÍA Y TURISMO. FOTOS: ARCHIVO EXCELENCIAS

El pavo común "o gallipavo" (Pavo cristatus) es llamado en México guajolote, y en Cuba, con la particular denominación de guanajo.

El aguacate (Persea americana) es nombre dado en la mayor parte del contexto hispanoparlante de América Latina, cuando en Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Uruguay también se le conoce como palta.

Por eso se llamó Babel, porque allí confundió Yavé la lengua de la tierra toda y de allí los dispersó [a los hombres] por la faz de toda la tierra.

Génesis, 11-9

Al cabo de los siglos, no es menester juzgar decisiones que, si bien en su momento tuvieron intencionalidad punitiva, contribuyeron anticipadamente a lo que hoy se enarbola como diversidad. Y así sucedió con la muy bíblica Torre de Babel, supuestamente construida por los hombres para escabullir un repetido Diluvio Universal, lo cual enfadó al Padre Celestial y provocó que todos empezaron a hablar en lenguas diferentes para que no pudieran entenderse entre sí e impedir la conclusión de tan irreverente como mega pensada arquitectura.

Pudo, ¿por qué no?, dar lugar aquello al origen de los idiomas, sin embargo, es poco probable que desde entonces se augurara llamar un mismo alimento de diferentes maneras, aun entre parlantes de igual lengua materna. No tenían alternativas los aborígenes americanos -todavía con muchos empecinados a nivel mundial en decirles indios- como para rechazar el castizo hablar de los conquistadores españoles. No obstante, de alguna forma había que burlar lo impuesto y nada mejor que usar las denominaciones más cómodas para cada grupo humano. Pródigo resulta el hablar iberoamericano, sobre todo en asuntos de comer. Véase, a continuación, una breve ejemplificación de tales y tantas realidades lingüísticas.

Venido de África, el quimbombó ( Hibisicus esculentus) es indistintamente identificado en República Dominicana y varios países sudamericanos como gombo, molodrón, okra y cajún.

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El marañón ( Anacardium occidentalis) se conoce en República Dominicana como cajuil y en México cacahuate de la India o semilla de la India; mientras que en otras naciones del Caribe se le nombra jocote, acajú y nuez de Brasil.

El pavo común "o gallipavo" ( Pavo cristatus) es llamado en México guajolote, y en Cuba, con la particular denominación de guanajo

-usada como expresión popular para calificar a personas poco útiles- donde también, según el tipo de elaboración culinaria, se respeta su apelativo gastronómico, como es el caso del guiso conocido como Pavo a la americana y el Guanajo relleno.

Algo parecido ocurre con la especie marina, de blanca carne altamente preciada, abundante en los mares tropicales, llamada pargo, en la que figuran varios tipos del género Lutjanus, aunque en México nadie se moleste en dejarle de decir huachinango.

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El aguacate ( Persea americana), de origen mesoamericano y término presumiblemente procedente del náhuatl (lengua precolombina mejicana), es nombre dado en la mayor parte del contexto hispanoparlante de América Latina, cuando en Argentina, Bolivia, Chile, Perú y Uruguay también se le conoce como palta. Desacertadamente, dio en asumirse la voz náhuatl ahuacatl como equivalente a testículo, siendo esta una apreciación surgida de entre los colonizadores españoles de la Nueva España (hoy México) en el siglo xvi, al compararlas con los genitales de los machos caprinos, especie aún inexistente en esta parte del Nuevo Mundo, en dicha época.

Muy generalizado en el habla hispana de diferentes latitudes se encuentra el término trago, aplicable principalmente a medida para consumo individual o preparación a base de bebidas espirituosas, en no pocas ocasiones como sinónimo de cóctel. Posee diversas variantes vernáculas como caña, en franca alusión al aguardiente obtenido de la caña de azúcar, que en Cuba deriva cañangazo y en otras regiones del Caribe se le dice buche (en México) o palo (en República Dominicana y Puerto Rico). Esta última, en Cuba, también con su acepción vulgar relativa a coito.

Por su parte, atribuida al habla coloquial de Venezuela, proviene la ampliamente empleada voz de pasapalos, aplicada a gran variedad de comidas que se consumen para acompañar o “pasar” la ingestión de bebidas alcohólicas. En España se le conoce como tapas, habiéndose convertido en símbolo identitario de la gastronomía ibérica, ya extendido a otras naciones de habla hispana. Otros modos de llamar a esta suerte de tentempiés pueden encontrarse en Argentina y Cuba, donde se les llama picaditas; en Chile, picoteos; y en México, botanas.

Académicamente dicho, se le llama embriagarse al acto de haber consumido exceso de bebidas alcohólicas. Pero esta voz se encuentra prácticamente suplantada en el Caribe por emborracharse, jalarse o ajumarse,

con sus correspondientes sustantivos derivados.

Es el cerdo uno de los géneros comestibles con denominaciones más variadas, lo mismo entre unas naciones y otras que dentro de un mismo país o región: puerco, cochino, macho, marrano, chancho, “vianda de cuatro patas”, ñaero; con sus variantes, según edades, de lechón o puerquito y verraco.

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Ampliamente extendido por el continente americano se encuentran las disímiles especies del género Capsicum, cuyas denominaciones más comunes son ají, pimiento (en referencia a los de mayor tamaño) y chile. Esta última, aplicada a las que se caracterizan por su picor, producto insignia de la cocina tradicional mejicana y otras gastronomías de América. En la cocina peruana, existen varias elaboraciones donde dicho vegetal resalta su nombre por encima del producto principal empleado, como sucede con el ají de camarones, ají de gallina y ají de huevos, entre otras. Y en México destacan los Chiles en nogada, con empleo de una de las tantas variedades que caracterizan su cocina, plato típico que, con sus colores blanco, verde y rojo, enarbola la gallardía de su enseña nacional.

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Son probablemente los pasteles tipos de emblemas culinarios con más disímiles acepciones. La más difundida es como producción de repostería, elaborados con diferentes tipos de masas de harina, siendo una de las más populares las confeccionadas a base de hojaldres y masas quebradas o “muertas”, por lo general rellenos de alguna composición salada o dulce. El término compite en uso popular con el de tartas o tortas, típicas para celebraciones de cumpleaños, bodas y otras formas de agasajar, casi siempre elaborados con batidos de espuma, también conocidos como masas de biscocho o panetelas, con rellenos de cremas, natillas, mermeladas o confituras y artísticamente revestidos y decorados con merengue u otras cubiertas como glasas, fondants y pastillajes; unido a lo antes explicado, igualmente se emplea el término inglés cake, con total desembarazo idiomático, al punto que deriva las expresiones populares Comerse un cake, por equivocarse; y ¡A picar el cake!, por manos a la obra, nada ausente de toque infantil en eso de hacer algo con alegría o por tratarse de un acontecimiento agradable.

Eso sí, no pueden faltarle empleos propiamente regionales a la palabrita. En Puerto Rico, constituye infaltable manjar navideño los también dados en llamar pasteles, con la variante que se trata de una masa confeccionada a base de plátano y raíces tuberosas feculentas, como la yautía (muy similar a la malanga), especiada, rellena de carnes y envuelta en hojas de plátano, que luego son hervidas y se sirven calientes. En República Dominicana también reciben este nombre y se elaboran de modo casi idéntico. En Colombia se emplea el arroz como masa fundamental, con adición de hortalizas y carnes, empleando asimismo como envoltorio hojas de plátano. Nótese el parecido de estos ejemplos de comidas nacionales con los universalmente llamados tamales (en los que interviene como ingrediente básico el maíz), teniendo como parientes más allegados las hallacas o ayacas, representativas de la cocina venezolana. Las empanadas, en su carácter de manjar omnipresente en las cocinas iberoamericanas, también pueden encontrarse homologadas con los pasteles.

En suma, que no es precisamente importante cómo se llama o debe llamarse adecuadamente un bocado. Lo que cuenta es esa diversidad semántica que va de la mano con la multiplicación de sensaciones gustativas, legítimas portadoras de autenticidades culturales y enriquecedoras de la identidad iberoamericana.

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Atribuida al habla coloquial de Venezuela, proviene la ampliamente empleada voz de pasapalos, aplicada a gran variedad de comidas que se consumen para acompañar o “pasar” la ingestión de bebidas alcohólicas. En España se le conoce como tapas, en Argentina y Cuba se les llama picaditas; en Chile, picoteos; y en México, botanas.

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2021-05-05T07:00:00.0000000Z

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