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Camino de Santiago de Madrid Primera etapa

Primera etapa

TEXTO: ENRIQUE LILLO ALARCÓN, COMENDADOR DE CASTILLA-LA MANCHA DE LA ORDEN DEL CAMINO DE SANTIAGO FOTOS: DANIEL CORREGIDOR / ARCHIVO EXCELENCIAS

Siete de la mañana. La Puerta del Sol no es aquella como el año que fue con su alfombra de uvas, champage y alquitrán, que cantara Mecano con tanto acierto; al contrario, está limpia y recién aseada. No hay persona alguna a la vista; al salir del metro, Dani y yo nos dirigimos al «Punto kilométrico 0» para dejar constancia de nuestro inicio de camino, pero está ocupado; un «guiri», con su nueva tecnología de grabación, no para de hablar en inglés a sus seguidores, que darán buena cuenta de ello en internet, Facebook o YouTube; habla y habla sin parar sobre los caminos y regiones de España; esperamos pacientemente para la foto, aunque vemos que no tiene intención de callar; me acerco a su lado, donde molesto un poco a la imagen, y digo dos o tres frases en inglés para que también se me oiga; al

darse cuenta que le quito protagonismo, se retira lo suficiente y nos deja espacio para nuestra ansiada foto.

La Puerta del Sol se ve espléndida; Dani está sorprendido de su amplitud, belleza y soledad, de manera que en la foto no me saca los pies donde se ve el grabado del Kilómetro Cero del suelo y, sin embargo, toma una panorámica de la gran plaza. Menos mal que yo rectifiqué el error en la que le tomé a él.

Seguimos calle Mayor abajo. En la misma esquina nos embriaga el dulce aroma de la Mallorquina, quizá, y para mí, una de las mejores pastelerías de Madrid. Todo está lustroso y recién regado; para esto, nuestro alcalde Almeida se pinta solo: tiene a Madrid como un pincel. Al llegar a la altura del mercado de San Miguel, que recomiendo visitar, giramos a la derecha para tomar la calle de los Milaneses que nos conduce a la más amplia de Santiago, que finaliza donde no podía ser menos, en la Plazuela de Santiago presidida por la Real Iglesia Parroquial de Santiago y San Juan Bautista, lugar de muchos encuentros de caminos.

Allí nacen el Camino de Uclés, que promociona D. Manuel Rossi, y el Camino de Santiago de Madrid, que entronca con el francés en Sahagún. En esa querida iglesia, las damas y caballeros de la Orden del Camino de Santiago se reúnen en la tarde noche de cada 25 de julio, día del Patrón señor Santiago, para oír misa y acompañar su imagen que procesiona por los alrededores del Palacio Real, repleto de turistas y curiosos que no paran de hacer fotos a tan digna compañía. Allí también Rossi entrega sus diplomas uclesianos a quienes han terminado su camino entre Madrid y la Caput Ordinis, el bellísimo Monasterio de Uclés, visita recomendada a los amantes del arte y la historia (no dejen de contratar los servicios de guía de esa gran historia

Las amplias plazas se suceden en nuestro recorrido; los edificios modernistas dan luminosidad a las calles, otrora grises y sucios, hoy día tan hermosos que no dejan de sorprender al peregrino

dora experta en la Orden de Santiago y en su sede de Uclés, Ana Gálvez, quien les hará más gratificante ese encuentro con la Orden).

Después de las fotos de rigor, descendemos por la calle de Santa Clara hasta desembocar en la Plaza de Ópera, con el magnífico Teatro Real en uno de sus fondos. Ascendemos por la Costanilla de los Ángeles hasta la Plaza de Santo Domingo buscando la calle de San Bernardo. Este año es el 800 aniversario de Santo Domingo de Guzmán, ese admirable santo que tanto hizo por la difusión del Evangelio en España y el Nuevo Mundo, gracias a la fundación de su Santa Orden de Predicadores, a los que conocemos como dominicos; es por ello que un grupo de amigos: el ex presidente de la Diputación de Cuenca, varios alcaldes de esa provincia donde hubo conventos de dominicos, intelectuales, artistas y un servidor, vamos a festejar y difundir con diversos actos culturales esa onomástica; mi contribución es un libro sobre la historia del Convento de Santa Cruz de Villaescusa de Haro, que estoy acabando en estas fechas.

San Bernardo nos conduce hasta la Gran Vía; Dani se sorprende aún más, si cabe: observar la calle arriba y abajo, sin apenas tráfico, le hace balbucear algunas palabras de asombro y no para de hacer fotos para enviar a su mujer y amigos. Siguiendo San Bernardo llegamos a Noviciado, donde está el Paraninfo de la antigua universidad y donde estudié preu (sí, ya tengo una cierta edad); ascendemos hasta la Glorieta de Ruiz Jiménez, a nuestra derecha el Barrio de Malasaña, centro de

la movida madrileña de los años 80 del siglo pasado.

Las amplias plazas se suceden en nuestro recorrido; los edificios modernistas recién remozados dan luminosidad a las calles, otrora grises y sucios, hoy día tan hermosos que no dejan de sorprender al peregrino, ¿nadie ha pensado en un circuito turístico de edificios madrileños? En Plaza de Quevedo dejamos calle San Bernardo y continuamos por Bravo Murillo, a partir del cruce con Cea Bermúdez, las extensas dependencias del Canal de Ysabel II, la empresa que abastece de agua a Madrid, el agua de grifo más pura y buena del mundo. Alcanzamos la amplia plaza de Cuatro Caminos y desde allí a Tetuán de la Victoria, el antiguo barrio de postguerra española que todavía conserva algún edificio de los años 40 del siglo pasado.

Desembocamos por fin en la amplia Plaza de Castilla, la puerta norte de Madrid a España y al mundo entero, con sus dos torres rindiendo pleitesía al peregrino que accede por ese lugar. Seguimos por Paseo de la Castellana a la nueva modernidad de Madrid, las cuatro torres hace poco erigidas allí; transitamos por la parte trasera de ellas, donde se difumina un ligero jardincillo. Accedemos desde allí a la zona del Hospital La Paz, el más grande de Madrid, junto a la Facultad de Medicina. Cruzamos la autovía M-30 por el puente Virgen de Begoña, giramos a la izquierda y bajamos la calle hasta el final del otro complejo hospitalario Ramón y Cajal, hasta alcanzar la calle Cardenal Herrera Oria. Seguimos dirección norte dejando las vías del tren a nuestra izquierda hasta las pistas de la federación de tenis, y doblar, en ese amplio parque, el Club de Automodelismo por Radiocontrol. Al final del parque cruzamos la autovía M-607 por el puente de los Tres Olivos. Ascendemos Montecarmelo hasta el cementerio de Fuencarral y el crucero que lo guarda a su derecha.

El crucero es punto obligado de parada, hay que reponer fuerzas. Un mojón de granito nos indica que solo quedan 665 Km hasta Santiago, ¡para dar ánimos, vamos! Continuamos el camino de la Cañada; como es sábado, numerosas personas, familias,

El crucero es punto obligado de parada, hay que reponer fuerzas. Un mojón de granito nos indica que solo quedan 665 Km hasta Santiago, ¡para dar ánimos, vamos! Continuamos el camino de la Cañada

amigos y bicicletas circulan por allí, el camino es muy concurrido. Cruzamos la autovía de circunvalación M-40 por dos magníficos puentes subterráneos y, sin darnos cuenta, ya estamos fuera de Madrid.

Solo hay que seguir el camino de la Cañada, antiguo camino ganadero medieval del Honrado Concejo de la Mesta, gobierno ancestral de los ganados trashumantes. El campo se muestra espléndido: verde, florido, los almendros muestran su gala a la primavera que se asoma y cantan a Machado: «ha despertado la rama y el almendro ha florecido, y en el campo se escuchaba el gri gri del grillo. La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido».

A nuestra izquierda se divisan las tapias del Pardo, ese magnífico pulmón verde del norte de Madrid. El peregrino, como la mujer de Lot, vuelve la vista para mirar por última vez la gran urbe que dejó atrás, entre una neblina azulada, como la que pintaba el impresionismo de Velázquez en el fondo de sus cuadros, aparecen los gigantes de las torres de Madrid, punto lejano y confuso.

Después de un buen trecho se continúa el antiguo camino de El Pardo a Colmenar, aunque el peregrino no distinga el cambio de caminos, pues uno es continuación del otro. Se atraviesa un conjunto de casas de campo y acompaña el camino jinetes de la cercana escuela de hípica. El camino gira bruscamente a la izquierda dejando a un lado el antiguo apeadero de tren de Valdelatas. Por allí nos desviamos a nuestra derecha, cruzaremos la autovía de Colmenar por dos puentes nuevos para ciclistas y peatones, caminaremos junto a la Biblioteca de Humanidades de la Universidad Autónoma de Madrid y tomaremos el tren de cercanías en el apeadero de la Universidad de Cantoblanco. Hoy día es magnífica la combinación, con mi tarjeta de jubilado, que me cuesta 6 euros y 30 cts al mes, puedo tomar el tren en ese punto para acceder a la estación de metro de Sol, y desde allí directo a casa, todo en menos de una hora.

Hoy hemos decidido dar el fin de la primera etapa en este punto que supone unos 22 kilómetros de recorrido. Próxima segunda etapa, Universidad de Cantoblanco hasta Colmenar Viejo.

SUMARIO

es-es

2021-04-06T07:00:00.0000000Z

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