Mirando a la muerte de frente en Cayo Largo del Sur

UN INCIDENTE PUDO HABER TENIDO CONSECUENCIAS DRAMÁTICAS PARA EL AUTOR DE ESTE ARTÍCULO O MUCHO PEOR AÚN: COSTARLE LA VIDA

Llegó el 2014. Nada hacía presagiar que tuviera que viajar a Cuba, pero era el destino que me perseguía. Una mañana de principios de marzo me encontré con un correo electrónico de Vicente con una propuesta suya irrenunciable.

Me proponía asistir con él, a mediados de mayo, al FOTOSUB de Cayo Largo del Sur, al campeonato internacional de fotografía subacuática. Su hijo Vicentico también formaría parte del equipo.

Por aquel tiempo el Dr.C. Vicente González Díaz, arqueólogo subacuático e investigador, ejercía de vicepresidente del Poder Popular en Santiago de Cuba.

En la actualidad es el director del CUBASUB, la oficina de gestión y manejo del patrimonio sumergido, alma mater y responsable del parque arqueológico subacuático donde yacen los pecios de los buques de la Escuadra de Operaciones de las Antillas que mandaba el Almirante Pascual Cervera y Topete.

Por otro lado, me pedía que lo acompañara para hablar con autoridades de alto rango, tanto en Santiago de Cuba como en La Habana, para seguir avanzando en su principal objetivo: el proyecto para conseguir el reconocimiento del área subacuática donde yacen los pecios de Cervera como Monumento Nacional de Cuba, incluyendo el cinturón defensivo

«Llegó mayo y a Cuba me fui. Fue un viaje donde iba a vivir situaciones muy intensas y una extremadamente peligrosa»

alrededor de la ciudad. Objetivo que acabó logrando un año más tarde.

Le dije a José Luis Cifuentes, un historiador amigo mío de Cornellà, ciudad cercana a Barcelona, que viajaba en breve de nuevo a Cuba por si me quería dar los pendrives con información histórica de la guerra de Cuba para el coronel René González Barrios, que por aquel entonces era el presidente del Instituto de Historia de Cuba.

Nos vimos antes de mi partida, me los dio y me dijo «Otra vez te vas para Cuba Teo, lo tuyo es un no parar, como te envidio». Le expliqué el motivo y se quedó muy sorprendido que yo anduviera metido en aquellos asuntos tan dispares y alejados aparentemente para un ciudadano de Terrassa que ni siquiera era un historiador, así propiamente dicho.

Llegó mayo y a Cuba me fui. Fue un viaje donde iba a vivir situaciones muy intensas y una extremadamente peligrosa.

Viajé desde Barcelona a Madrid, y desde allí a Santiago de Cuba.

Una vez en la capital oriental de Cuba, junto a Vicente nos reunimos con algunas autoridades locales y con historiadores de la Universidad de Oriente para hablarles. Él, de la declaratoria de Monumento Nacional, poco podía decir yo al respecto, pero en cualquier caso le acompañaba, aunque como decía Vicente, con el aval de ser investigador del ´98, que era como me presentaba a quien o quienes nos recibían.

Desde Santiago de Cuba, pasando por La Habana en tránsito, volamos a Cayo Largo del Sur, el lugar probablemente de aguas más claras del mundo,